Cuando reconocemos nuestra humanidad compartida, no somos extraños; simplemente somos amigos que aún no nos conocemos.
Anna Semyuk no conocía a la mujer a la que buscaba en la frontera húngara el pasado mes de febrero. Lo que sí sabía era que este extraño llevaba la carga más preciada desde su hogar devastado por la guerra hasta la seguridad de su abrazo. Este extraño había visto a su esposo, incapaz de cruzar la frontera con Ucrania, y se ofreció a llevar a sus hijos a donde él no podía ir: a un lugar seguro. Esta extraña era Nataliya Ableyeva, y cuando Anna y Natalyia finalmente se conocieron, ya no eran extrañas. Eran familia.
El #24for24 de hoy reconoce la bondad heroica de Nataliya y la valentía y el sacrificio de padres como Anna y su esposo.
Todo va a estar bien. Se irán a casa. Que todos profundicemos en nuestra determinación de hacer realidad la promesa de Anna.
